martes, 30 de junio de 2009
El acceso al balneario
De los numerosos diálogos hemos rescatado que a fines del último cuarto del siglo 19 hasta promediar la década del 40, los vehículos empleados para ingresar a nuestro querido balneario fueron a tracción a sangre, con el esfuerzo de caballos y bueyes, como ser carretas, carros, sulkys.
Además existieron empresas de transporte de pasajeros en carros de cuatro ruedas y entre ellas podemos recordar a las de Amonte y Vigliola, y Gómez Hermanos.
Don Mario Ubal Olivera recuerda que por el año 1935, el vecino Rufino Cuadrado instaló un puente hecho con desorillos de madera atados entre sí con alambres, sobre un terreno anegadizo, entre las propiedades de Ramón Romero y Claudio Sena con el fin de que ingresaran los primeros vehículos motorizados al balneario. Estos eran unos Ford T ó Ford a “bigote”, era una verdadera aventura transitar por el camino viejo a Aguas Dulces.
No solamente se transportaba pasajeros en los diversos vehículos que hemos mencionado, también alimentos, utilería para la cocina y diversos elementos de uso diario y personal.
Don Eduardo Torres recordó que en el año 1917 siendo niño se trasladó desde El Maturrango a Aguas Dulces en una carreta tirada por cuatro yuntas de bueyes. El viaje duró todo un día y lo rememoró de esta manera: “La carga era grande y pesada, llevábamos leña, carbón, enseres de cocina y alimentos. Para poder entrar al balneario tuvimos que conseguir otra yunta de bueyes para ayudar a cinchar a los que traíamos, de yapa había que poner un caballo adelante”. Don Eduardo aclaró “Los animales venían cansados y las arenas eran tan sueltas que no se conocía ni un solo pasto, la carreta se enterró hasta media rueda. Estrenamos el ranchito, era nuevo, recién hecho”.
La nueva ruta
A mediados de 1940 a 1950 se construyó la actual ruta 16, la que une a Castillos con Aguas Dulces, lo que llevó a que el tránsito fuera más fluido y el transporte colectivo sufrió modificaciones, se empezaron a utilizar camiones, camionetas, taxis y ómnibus.
Vamos a recordar a algunos de ellos, pero fueron muchos más y están probablemente en la memoria colectiva: las excursiones domingueras cuando se viajaba en el ómnibus de don Andrés Dávila y Ángel Saldain apodado cariñosamente “El Abuelo”, Clecisio Rocha en su camioncito, Leonidas “Toto” Castellanos en su camioneta, Ademar “Pandimillo” González en su Crysler negro, que oficiaba de taxímetro, los campamentos debajo de las acacias y al lado de los médanos de la costa, por ejemplo donde hoy está el quiosco El Zorro y el restaurante La Posada del Mar y donde está la Terraza.
Las Lagunas
Aguas Dulces nació rodeada de pequeñas lagunas, esteros y aún hoy subsisten algunas de ellas. Podemos recordar la laguna “De las Lisas” próxima al Gainford, y las más cercanas del balneario fueron las lagunas “De los Ahogados”, “De los Cuadrado”, “Clotilde Brioso”, “De los Capinchos” y los esteros “De Juanillo” y “De los Cuadrado”, y en las inmediaciones también había un corral de palmas.
Don Eduardo Torres recuerda: “Íbamos a buscar agua a la Laguna de los Ahogados, era muy grande, ya se habían ahogado dos hermanos que fueron a bañarse, cuando sentimos unos gritos y vimos que venía uno a toda carrera”. En esta ocasión un carrero de apellido Sánchez que hacía fletes en un carro tirado por tres caballos desde Castillos a Aguas Dulces, se aproximó a la laguna a dar de beber a los equinos, y Torres lo recordó así: “ese día hacía mucho calor y los caballos venían rabiosos de sed y se tiraron nomás, el lugar era barrancoso y se clavaron de cabeza con el carro, el hombre y todos los caballos se ahogaron”.
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